Poder

Poder

Justo afuera de la puerta de mi bloque de celdas se encuentra “El calabozo”. Oficialmente, lo llaman “celdas de reflexión”. Allí es a donde mandan a aquellos que se comportan mal, y los dejan durante periodos de 12 o más horas, sin comida y en malas condiciones.

La puerta tiene una pequeña ventana con rejilla. Cuando vamos por comida, pasamos frente a esta puerta. La mayor parte del tiempo, la gente adentro nos lanza insultos y mendigan por comida. Algunos de los nuestros siempre les dan un poco de comida, pero la ventana es tan pequeña que es imposible pasarles una cantidad sustancial de ella.

Siempre hay gente ahí adentro. No lo he visto por dentro, pero la percepción desde afuera hace suponer que la celda mide 2 x 4 o 5 metros. Me han informado que generalmente hay 12 prisioneros adentro al mismo tiempo. Hoy, uno de ellos estaba al lado de la ventana, no estaba siendo muy ruidoso ni diciendo nada ofensivo. Uno de los guardias se le acercó y encendió su pistola paralizante a unos cuantos centímetros de la cara del prisionero. Nadie más se dio cuenta. Cuando vi esto decidí que quería escribir acerca del poder. Obviamente un tema vasto. No seré exhaustivo.

Hoy es martes. Por la tarde. Mis abogados vinieron más temprano, contándome lo que sucede afuera. Esta es la primera actualización que he tenido desde mi apelación fallida el jueves pasado. Los días desde entonces han sido algunos de los más duros de mi vida.

Hay muchas razones para ello. Mi cumpleaños fue el viernes, y deseaba estar fuera y celebrar con mis amigos. Se suponía que tendríamos visitas el sábado, pero la prisión cambió el itinerario, así es que dejaron a mis amigos parados ahí afuera, sin poder entrar. Y el jueves, exactamente después de la sentencia, los guardias me arrastraron afuera tan rápidamente que no pude decirle adiós a mis amigos ni cruzar una última palabra con mis abogados. Encima de ello, mis padres tuvieron que volar a casa el sábado. La última vez que nos vimos fue en la apelación y ahora se encuentran a medio mundo de distancia. Mis compañeros reclusos son excelentes. Me han estado dando mucho apoyo. Hasta me cantaron el día de mi cumpleaños, pero aún con su apoyo, pasar 5 días sin ningún contacto con el exterior después de una apelación devastadora ha sido brutal para mi mente, y el no saber lo que está sucediendo en el mundo, dejándome ciego, eso es un tipo de tortura especial para alguien como yo.

Para ser claro, hasta donde puedo ver, de acuerdo a lo que mis abogados me dicen y observadores externos observan: la sentencia en mi apelación fue una parodia, una farza que nada tiene que ver con la justicia ni con el sistema judicial de Ecuador. El resultado fue puramente político, y no legal, precisamente porque fue instigado por motivaciones políticas y no por razonamientos jurídicos. Estoy enojado, estoy muy enojado, y a veces me invade el sentimiento, y me abruma. Me han secuestrado, me han robado y están literalmente robándome mi vida, algo que jamás podrán regresarme. Invaden a mis amigos, investigan a mi novia, ¿y para qué? ¿Provecho político? La injusticia me causa nauseas. Pero la verdad es que durante el transcurso de los últimos 5 años, el enojo no es la emoción que me define, en vez de eso, lo que siento más que cualquier otra cosa es miedo, impotencia y desesperanza. He entrado en una depresión severa. Siento ansiedad constante y se está poniendo peor.

Me siento de esta forma porque no tengo ninguna garantía de que saldré nunca de aquí. No he cometido ningún delito. No se me ha acusado de ningún crimen. No hay evidencia de ningún delito más sin embargo, mi “sentencia” actual durará 64 días más. Cuando esos días hayan pasado, el encarcelamiento puede ser extendido hasta un año y, si en algún momento me llevan a juicio, puedo ser sentenciado a 5 años, de acuerdo con el “delito” con el cual actualmente se me acusa (sin nada específico). En todos estos procedimientos, hay muchas protecciones legales que supuestamente deberían garantizar mis derechos, que se respete mi presunción de inocencia y demás. Y hasta este momento, el poder judicial de Ecuador no ha reflexionado acerca de estas protecciones.

¿Entonces, cómo saber que no seguirán haciendo exactamente lo mismo en el futuro? Dejando que los políticos me sentencien a prisión por nada.

Estoy temeroso, porque el gobierno de Ecuador no ha acatado la ley, actúa de una forma fuera de control y totalitaria hacia mí persona y no tengo ninguna razón para pensar que esto se detendrá.

Está es la índole del poder, sin control.

/Ola